A veces, cuando en las familias hay problemas en el sistema conyugal, estos problemas se filtran al sistema filial y todo se complica.
Los niños, en su infancia, ante los problemas de sus padres, se adaptan, aprovechan las situaciones, son obligados a posicionarse, pero, al principio, son controlables.
Las dificultades aparecen en la adolescencia, cuando esos niños que ya han crecido, comienzan a tener sus propios problemas personales:
– Estudios.
– Relaciones personales.
– Relaciones sentimentales.
– Búsqueda de su objetivo en la vida.
– ….
Cuando el entorno es inestable y poco seguro, los adolescentes buscan una referencia, normalmente, el grupo. Cada uno se une al grupo que piensa que pertenece y, a veces, los padres, no están de acuerdo con ese grupo, con las costumbres, con las actividades de ocio,… . Momento perfecto que consciente o inconscientemente, utilizan los adolescentes para posicionarse y demostrar que pueden llevar las riendas de sus vidas.
Sin embargo, cuando no hay unas bases establecidas, respecto a valores, vínculos, hábitos,…, todo puede empeorar.
¿Qué hacer?
Cuando encontramos una pareja y decidimos formar una familia y tener hijos, no podemos prever lo que nos deparará el futuro (conflictos, divorcios, fallecimientos, enfermedades,…). Pero si damos a nuestros hijos cariño, estabilidad, confianza y comprensión, le facilitaremos una salud emocional que les permitirá salir de cualquier atolladero.
Durante mis años de experiencia en los centros de protección, cuando llegan los adolescentes, he podido observar baja autoestima, escasas habilidades sociales, dificultades en las relaciones sociales, vínculos insanos, rencor, rabia, agresividad contenida,…
Sin embargo, a pesar de las dificultades, algunos adolescentes, cuentan con una base de valores y de salud emocional que les permite recomenzar sus vidas, aceptando y relativizando su situación. Son principalmente, situaciones de negligencia por falta de capacidad o habilidades, en muchos de estos casos hay una buena vinculación y sobretodo, existe una consciencia de la situación real.
¿Qué van a necesitar estos adolescentes?
Necesitan profesionales comprometidos, vocacionales, capaces de sentir empatía con la situación de los demás. Profesionales entregados, sin prejuicios, que entreguen su amor sin condiciones. Pero también, profesionales mental y emocionalmente sanos, capaces de establecer límites y de mantenerlos, capaces de dar a estos chicos, una estabilidad que les permita conocerse.
Conocerse y aceptarse, que es, a veces, lo más difícil, Y a partir de la aceptación, ser capaces de proponerse un objetivo y plantearse sus vidas al margen de sus circunstancias, para no cargar por siempre con una mochila cargada de los problemas de sus familiares.
Una vez que nos aceptamos, podemos elevar la autoestima, la confianza, la seguridad en uno mismo y ser capaces de tomar decisiones y aceptar responsabilidades, iniciando un camino elegido por nosotros mismos.
En definitiva, se trata de :
– Una toma de conciencia.
– Saliendo de la zona de confort.
– Siendo capaces de decidir y aceptar las responsabilidades.
– Pasando, por último, a la acción, fuera los miedos y las limitaciones.
Esforcémonos los profesionales por acompañar a estos jóvenes, permitiéndoles tomar sus propias decisiones. Sin prejuicios. Unos decidirán salir de su entorno, otros volver, pero todos habrán tomado su decisión. Démosles esa LIBERTAD.