Leyendo un artículo sobre la Terapia de la Aceptación y el Compromiso, he podido confirmar algunas de mis hipótesis.
Cuando trabajas con adolescentes hay que tener presente que la etapa que les toca vivir, es un momento de cambios, físicos, psicológicos y emocionales. Esto les genera sentimientos de preocupación al pensar si lo que les pasa es algo “normal” o no. (Abro un paréntesis, porque me gusta poner la palabra “normal” entre comillas. Así describo que la normalidad es relativa).
Volviendo a la adolescencia, es una época, en la que se dedica mucho tiempo a la apariencia física, esto está muy relacionado con el autoconcepto y la autoaceptación.
Se da también un cambio en las relaciones con los adultos, de repente un día, al ver un cuerpo “adulto”, esperamos que los adolescentes actúen como adultos. Sin embargo, no han hecho más que iniciarse en el mundo adulto y aún les queda mucho camino por andar.
Los adultos podemos delegar en ellos responsabilidades para las que no están preparados. Les planteamos retos altos para competencias bajas aún. Esto favorece la frustración, la inseguridad y el bajo autoconcepto de los adolescentes, principalmente, cuando, si al no conseguir llevar a cabo la misión encomendada, reciben mensajes de incapacidad.
En la adolescencia, aparece un tipo de pensamiento diferente al de etapas anteriores, el pensamiento hipotético-deductivo. Este pensamiento, permite razonar más allá de la experiencia concreta. Los adolescentes empiezan a interesarse por problemas que no tienen que ver con su realidad más cercana y desarrollan la capacidad crítica y los conflictos con la autoridad.
Cuando estos adolescentes, además, han sufrido deprivación social o emocional, abandonos y/o malos tratos, ¿dónde queda su autoconcepto?.
Es necesario dejarnos de paternalismos y sobreprotección, y ayudarles a enfrentar la realidad, su realidad, sin tapujos. Ayudémosles a entender que las dificultades forman parte de la experiencia compartida por la humanidad, a conseguir prestar una atención consciente a los sentimientos que nos incomodan, sin apegarse a ellos y por último a tratarse a sí mismos, con bondad. No luchar contra esos sentimientos, si no aprender de ellos.
Se trata de ayudarles a encontrar sus valores, para que luchen por ellos. En esta lucha, se replantearán la importancia de esos pensamientos negativos, que hacen que su autoconcepto se resienta.
Cuando luchamos por defender nuestros valores, encontramos fuerzas para relativizar los problemas, encontramos la motivación y nos hacemos fuertes, lo cual eleva el autoconcepto y la autoestima.
En el coaching se trabaja también con los valores. Desde Vescentia se parte de un cambio de hábitos, que conlleve al descubrimiento de nuevos talentos y esto a un cambio de valores.
Victoria Eugenia García Martínez.
Psicóloga y Coach