Llevo varias semanas intentando montar un puzle que tengo en mi cabeza. Las piezas son mi experiencia, mi aprendizaje, mi percepción de las cosas y la opinión de los demás.
He tenido la suerte de compartir mis inquietudes con diferentes profesionales, y es por eso que me lanzo a publicar estos pensamientos.
Tras varios años trabajando en la intervención psicosocial, siento la responsabilidad de hacer un poco de autocrítica y plantear alternativas.
Los profesionales que trabajamos en el ámbito social, y hablo de todas las disciplinas implicadas, tendemos a infravalorarnos, a no poner en valor nuestras funciones y nuestros logros.
En muchos casos, los profesionales de la intervención social, dependen de las administraciones, de manera directa o indirecta. Por este motivo, se sienten maniatados a la hora de tener iniciativas y tomar decisiones, ya que se enfrentan a una Institución Pública, tan rígida, en algunos casos, como es la Administración. Esto se debe principalmente, a la burocracia y a la estructura piramidal que la conforma.
El modelo de intervención social, al igual que cualquier otro, depende de una serie de hábitos en la dinámica de intervención. John Whitmore, en su libro “Coaching, el método para mejorar el rendimiento de las personas”, describe cuatro pasos, de los que ya os he hablado en otra ocasión, para un cambio en los hábitos:
1º Toma de conciencia.
2º Aceptar que estamos en la zona de confort.
3º Decisión-Responsabilidad.
4º Acción.
Este autor refiere, “Para eliminar cualquier condicionamiento o costumbre, en primer lugar, es necesario que la persona sea consciente de la existencia de determinada actitud concreta. El segundo paso, consiste en aceptar que es una respuesta condicionada. La tercera fase, es que la persona esté dispuesta a abandonar la conducta o actitud en cuestión (responsabilidad). Y el último paso, consiste en abandonar la conducta o actitud, voluntariamente.”
Podemos utilizar estos cuatro pasos para cambiar hábitos negativos, ya instaurados en los profesionales de la intervención social. Se trata del empoderamiento y la puesta en valor de éstos.
Un profesional empoderado, es un profesional con iniciativa, sin miedos, implicado en su trabajo,… . Las características anteriores, reducen el impacto del desgaste profesional, para lo que es necesario crear espacios de destensión y talleres dirigidos o semidirigidos donde estos profesionales tuvieran un lugar para compartir dificultades y posibles soluciones.
Sin embargo, este planteamiento, conllevaría un cambio en el planteamiento de los Servicios Sociales, en general. El objetivo sería, transmitir desde los profesionales a las familias, esta idea de empoderamiento que ellos mismos hubieran podido experimentar. Se trata de abandonar de una vez por todas, la beneficencia en la intervención social, de hacer a la familias, protagonistas de su verdadero cambio y responsables de su toma de decisiones.
Esto, descargaría a los profesionales de responsabilidades que no les tocan realmente, y que asumen desde la perspectiva de la sobreprotección. Cuando trabajamos desde esta perspectiva, nos olvidamos que de esta forma sólo conseguimos hacer a los usuarios, cada vez más dependientes del sistema y aumentamos su sentimiento de incapacidad.
Las grandes empresas, utilizan técnicas innovadoras para desarrollarse y salir adelante. En empresas conocidas por todos, como Apple, son líderes en su sector, por trabajar desde un nuevo enfoque. ¿Por qué desde la intervención social, no innovamos y lideramos desde otra perspectiva?.
Si no estamos contentos con el funcionamiento, ¿por qué no actuamos?. Y no hablo de manifestaciones multitudinarias, hablo de un cambio desde la acción, un cambio en nuestra forma de percibir la intervención social, un cambio que empezará cuando nosotros mismos nos lo creamos y consigamos que nuestros usuarios vean y perciban la intervención social como lo que es, un instrumento de apoyo para ellos, y que aprendan a utilizarlo. Después la idea se irá transmitiendo de unos a otros, y llegará el cambio.
No hace mucho, por accidente, asistí a una reunión con profesionales de la intervención social de distintos ámbitos, ¿sabéis lo que pude percibir?, conformismo, miedo al cambio y frustración. Pero tras un análisis más profundo, pude ver profesionales competentes, con un gran potencial y vocación, con instintos adormecidos que sólo necesitaban un líder firme y seguro que les diera la fortaleza de iniciar el cambio.
Mi nuevo proyecto es hacer llegar esta idea a todos los profesionales de la intervención social. Si estás de acuerdo, contribuye difundiéndola por las redes.
Victoria Eugenia García Martínez
Psicóloga y Coach