
Pues claro que lo entiendo, María tenía muchas dificultades y ellos estaban entregados. Perdieron mucho por ella, las fuerzas, las formas, la actitud, hasta su relación, pero era su hija.
¿Y yo? también estaba allí, lo que pasa es que nadie me veía. Fui creciendo y empecé a necesitarle, mi supuesto referente, dónde estabas, todo eran exigencias. Mi adolescencia se rebelaba cada vez más y nos fuimos separando hasta que apareció un abismo entre los dos.
Sentí mi enfado, necesitaba que alguien viera que estaba allí, ¡que existía! y que supieran que tenía unas necesidades más allá del vestido, la comida y el cobijo.
¿Dónde estabas papá? con mi conducta casi antisocial a veces, conseguía que vinieras a reñirme, pero después, te alejabas más.
No tengo claro si esto lo tengo que arreglar yo, o tendría que esperar a que tú reacciones. Pero ya no puedo más, te necesito y esta vez voy a intentar pedirlo bien.
Solo te pido que me sostengas, que no me dejes caer, que me hagas un hueco. Me gustaría tener un espacio contigo que no esté invadido por las necesidades de ella.
Los hermanos de niños con dificultades educativas y del desarrollo también existen y nos necesitan. Mirémoslos.
Victoria Eugenia García Martínez
Psicóloga y Coach